EL EVENTO CULTURAL
Francesc Maicas Rodilla
En la cultura mediterránea, en nuestra cultura, muchos acontecimientos de los hoy denominados “eventos” y entre ellos fundamentalmente los relacionados con los periodos de fiestas, estaban ligados al final de los trabajos realizados en el campo y sobre todo la recogida de cosechas. Otro periodo posterior estaría ligado a trabajos como la vendimia, recogida de algarrobas, aceitunas, etc. si bien hoy en día el cambio climático lo ha trastornado todo. Unos sucedían al final del verano y otros del otoño.
Venían las fiestas de finales de septiembre, el final de la feria, los primeros fríos, el viento levantando los restos de la feria (aquellos papelitos de la tómbola volando), el volver a las actividades escolares y también se llevaba a cabo lo que voy a denominar “el evento cultural”, y lo denomino así por estar reconocido como tal, y en estos momentos muy ligado a la Conselleria de Cultura.
Dicho “evento cultural”, que para simplificarlo a partir de ahora denominaré simplemente “el evento”, implicaba una serie de actos que afectaban, en mayor o menor medida, el desarrollo de la vida normal.
Otros actos, o bien por desarrollarse en recintos cerrados y dispuestos para tal fin, sean recintos deportivos, salas de cine, teatros, etc. y otros que se desarrollaban en el exterior, si bien producían alguna molestia: o bien era mínima o en todo caso poco interferían, en cuanto a la vida de la población.
Cuando se lleva a cabo “el evento”, se producen molestias de diferentes tipos: imposibilidad de acceder a un domicilio por un vehículo sanitario (ambulancia, SAMU) en caso de una urgencia, o el acceso de los bomberos, o el poder entrar y salir del mismo por sus moradores. Denominarlo secuestro, puede parecer excesivo, eso dependerá de cada persona afectada.
Algunos comercios, tiendas etc. tenían que cerrar los mismos, con la consecuente pérdida de ingresos.
Los cambios, eso si “anunciados”, en la circulación, eran lo de menos. El trastorno era una mínima contribución ciudadana al “evento”.
En otro tipo de “eventos” que no se desarrollan en espacios cerrados, si se llegase a producir una emergencia (ambulancias, bomberos, etc) no tenían ningún problema en acceder a cualquier sitio, interrumpiendo momentáneamente el desarrollo de los mismos.
Ya “el evento cultural” ha terminado y a las molestias anteriores, cabría recordar otras que sufrían determinadas calles cada día que acababa “el evento” en forma semilíquida (las vomiteras), alfombrando y perfumando las mismas y otras liquidas (meadas). Eso sí, el servicio de limpieza municipal ya se encargará de mantenerlo todo limpio.
No soy partidario de prohibir “el evento”; por prohibir hay muchas otras cosas en la vida, pero si al menos ordenarlo, para que no interfiera en el desarrollo de la vida ciudadana.
Y hasta aquí, querido lector o lectora, al que supongo que no necesitarás que le ponga nombre al “evento”, póngaselo Ud. mismo.
Els bous al carrer son una herencia de la barbarie dels nostres avanpassats i una molestia per a la ciutadania actual.
Bous sols a la pla¢a i que vaja al qui l’agrade